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Carlos Gardel: el complot que intentó ocultar la tragedia

En 1935, hace 86 años, el cantor fallecía en Medellín tras estrellarse su avión. Cómo fueron las últimas horas, los detalles desconocidos previos al impacto y la historia detrás de los expedientes judiciales

Mucho se habló sobre el accidente en que murió Carlos Gardel, pero muy poco o nada sobre el por qué se ocultaron los expedientes sobre su muerte. Por eso, es necesario echar luz sobre las causas que contribuyeron a ocultar la verdadera historia, lo que revela el trabajo del libro La Verdad de Alfonso Uribe Misas —obra prohibida en 1938— recuperada por Mauricio Uman y republicada en el libro Gardel vuelo siniestro, Medellín 24 de junio de 1935y que se cita en esta nota.

Últimas horas de Gardel en Medellín

Muy temprano en la mañana del lunes 24 de junio de 1935, el aviador Ernesto Samper Mendoza volaba a Medellín en su avión Curtiss Kingbird D-2 matrícula K-1 desde Bogotá junto con Carlos Calle y Reinaldo Arango Vélez, sub-gerente de la SACO (Servicio Aéreo Colombiano). Partió con Arango y el agente de la SACO en Medellín, Jaime Restrepo desde el aeródromo local hacia el Club Unión para desayunar y celebrar lo que estaba sucediendo.

Samper permaneció en el Club esa mañana y almorzó en la casa de un amigo desde donde partió al aeródromo Olaya Herrera de Medellín mientras el Ford Trimotor de matrícula “F-31”, al mando de los aviadores estadounidenses Stanley Harvey y John McMillan, arribaba proveniente de Bogotá con Carlos Gardel y su comitiva a bordo. En ese momento, Samper Mendoza y sus compañeros aterrizaban en el mismo aeródromo.

A pesar de sus pocas horas de vuelo de entrenamiento, Samper decidió relevar la tripulación de pilotos americanos que volaba el avión desde Bogotá para continuar la ruta desde Medellín a Cali, donde una gran multitud esperaba al cantor de Buenos Aires. Era una gran ocasión para inaugurar la ruta de la SACO de Medellín a Cali con sus recién adquiridos aviones Ford Trimotor.

A la flamante nave subieron Samper Mendoza, el joven de 18 años Willis Bennington Foster Stuart (copiloto); Grant Yetman Flynn, jefe de transito de la SACO atendiendo a los pasajeros, y Carlos Gardel con Alfredo Le Pera Sorrentino y los músicos José María Aguilar, Guillermo Desiderio Barbieri, Ángel Domingo Riverol, Alfonso Azaff, Josep Plaja, José Corpas Moreno, Henry Swartz y Celedonio Palacios.

El trágico accidente

Mientras el avión de la SACO se dirigía a la cabecera sur del aeródromo, desde donde iniciaría su carrera de despegue, el Ford Trimotor “Manizales” de la SCADTA (Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos) también se preparaba en la zona de cargue para iniciar su viaje con destino a Bogotá. Al mando iba el alemán Hans Ulrich Thom con el copiloto Hartmann Fürst (Fuerst) y el jovencito Juan Hernando Castillo, de 14 años, que oficiaba como camarero; y los pasajeros Estanislao Zuleta Ferrer, Jorge Moreno Olano, Guillermo Escobar Vélez y el ciudadano estadounidense Lester W. Strauss.

El aviador alemán preparaba su salida cuando su colega Ernest Modrow advierte las condiciones del viento y de la imprudencia de Samper Mendoza al dirigirse hacia la cabecera sur con un avión sobrecargado de peso a fin de despegar con viento de cola.

Ante esto, Hans Ulrich Thom apura sus maniobras para intentar observar la imprudencia de Samper y pidió autorización al capitán del aeródromo para retirar las cuñas de las ruedas. Inicia el carreteo hacia un lado de la pista haciendo un viraje brusco, de casi 180 grados sobre su rueda izquierda para poner la nariz del aeroplano hacia el sur, quedando así en la zona de carga y descarga de la SCADTA. Luego avanza y sitúa la nave muy cerca de la línea demarcada con piedras blancas, que la separa de la zona de emergencia, a unos 75 metros del centro de la pista de cascajo.

Allí tenía mejor visibilidad sobre el avión de Samper. Un empleado de la SCADTA se sitúa al lado derecho del “Manizales”, con sus banderas abajo, en espera de que el “F-31” de la SACO despegase para autorizar el ingreso del “Manizales” a la pista.

Mientras tanto, Samper chequeaba su Ford Trimotor en la cabecera sur del aeródromo. Muy cerca, en la primera línea de pasajeros, aguardaban sentados Henry Swartz y detrás Carlos Gardel. El piloto, embriagado por el éxito que representaba llevar al cantor, no puede concentrarse en lo que estaba haciendo.

En ese instante, el banderillero da la señal esperada: baja la bandera roja y sube la de cuadros amarillos y azules, indicándole que está autorizado a iniciar su despegue.

El avión de la SACO inicia su carrera por el centro de la pista de cascajo con el estabilizador posicionado “nariz abajo”, para poder levantar la cola en la primera parte de su carrera y poder tener mayor control del avión.

El excesos de peso acomodado en la parte posterior del avión, en donde dejaron parte del equipaje de Gardel, taponaba la puerta de salida; otras maletas estaban en el baño. También estaban los pesados rollos de las películas que Gardel estuvo filmando y el pesado telón que a última hora llevaron los hermanos Uribe y que debían trasladar… Todo ese peso, sumado a la velocidad del viento de cola y a falta de reubicación del estabilizador de cola a la posición “nariz arriba” en el momento que la aeronave tomó impulso, hizo que el avión asentara su rueda trasera y tomara un curso errático. Estas condiciones adversas incrementaban el esfuerzo de Samper Mendoza para halar la cabrilla y tratar de levantar el avión que corre torcido sobre su eje longitudinal sin dirección definida y se desvía haciendo una gran curva hacia su lado derecho, más de 30 grados de su rumbo inicial. Invade la grama de la zona de emergencia, paralela a la pista principal, y sigue sin dirección hacia los hangares de la SCADTA.

Los testigos, aquellos que se concentraron a despedir a Gardel, vieron al Ford Trimotor “F-31” sin control direccional y perdiendo rápidamente la velocidad. El banderillero de SCADTA, Jesús M. Guerra, al ver que el avión de la SACO se dirige hacia ellos, agita desesperado su bandera roja de señales mientras aprieta fuerte las que sostiene en la otra mano, pero las suelta todas para correr despavorido hacia el centro de la pista tratando de evitar que el avión lo atropelle.

El Trimotor “F-31” logra levantarse unos pocos centímetros cuando encuentra en su trayectoria el otro Ford Trimotor, el “Manizales” de la SCADTA. Un golpe seco sigue al aparatoso choque que termina sin misericordia con los sueños e ilusiones de la gran mayoría de los pasajeros y de manera casi instantánea acaba con la vida de Carlos Gardel.

FUENTE: https://www.infobae.com/america/